viernes, 10 de diciembre de 2010

Soy Martin Calabrese. Estoy escribiendo algo que está pasando, son las 20:40hs, pueden comprobarlo si saben usar la computadora. Todo va a quedar registrado en está maquina.
Me apuntan con un arma en la cabeza, pero yo estoy con ellos. Somos parte del mismo grupo. No corporación, no secta, no club, somos grupo. Me están apuntando para que escriba lo que pase y para que no mienta, ni dé otros nombres. Me toco eso, ser el único nombre, los demás serán siempre “otros” u “otro”.
Si miento me matan, yo consentí eso. Puedo escribir todo lo que quiera hasta el momento en que nos contesten el teléfono, después transcribir lo que escuche de mí lado.
Estoy ansioso. El plan es riguroso, pero puede fallar.
Contestan.
-Buenas noches. Llamo para advertir una cosa. Si mañana yo no puedo comunicarme con mi grupo, cada uno de mis compañeros matará a su compañero de banco, en la escuela

-liknfpoiasdmñl a snapo akcoia

-No necesito que me crea, necesito que escuche. Si corta el teléfono morirá una de las quiosqueras del quiosco de la esquina de la comisaria. Mis compañeros matarán a la persona que tengan al lado mañana, si yo estoy arrestado. Somos muchos, vamos a actuar por partes.

Otro, necesito escuchar lo que dicen, poné el altavoz.

-Pibe, no jodas.
-Salga a la esquina oficial, y aprese al hombre que está al lado de la quiosquera muerta. Todos los del grupo están dispuestos a entregarse, sin excepción, y todos dirán el plan que le estoy diciendo.
-A ver, fijate Miguel, andá a comprar puchos a la esquina. Esperame pibe.
-Evite tutearme si puede.


-¿qué estás haciendo pibe?
-Ya le dije, usted no me escucho. También lo de tutearme, yo le tendría mayor respeto a otro armado.
-¿pero que queré..quiere hacer?
-En sí, nada. Mostrar que se puede.
-Aguarde un momento. No creo que yo pueda hablar, ni esté a la altura.
-Agradezco su gesto.

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